Capítulo 21
enero 26, 2014
–¿Qué?
–pregunto totalmente asombrada. –No entiendo nada, Milah.
–Dijimos
que una cosa a la vez –responde tímidamente.–Vamos despacio,
ahora entiendes un poco más.
Se
detiene al ver mi cara, la analiza detenidamente y luego suspira
profundamente antes de volver a empezar:
–Matu,
es mi pilar, el que me mantiene con vida, pero no es mi hijo. Antes
te comenté que él y mi marido se van a ver a mi suegra los fines de
semana... Y si, lo hacen, pero también van a ver a su madre
biológica.
”Mi
marido, es... consiguió la tenencia de Matu, algo que es muy difícil
dado que es hombre, pero lo hizo y bueno, en el régimen de visitas
quedó expresado que él debe ver a su madre los fines de semana.
–Pero...
¿por qué no te separas?
–Es
imposible, cuando conozcas a mi marido te vas a dar cuenta, es una
persona imposible, pero eso mi querida Sicilia, es otra historia.
–Y
¿Matías sabe?
–Si,
claro que lo sabe, él comparte el infierno conmigo, somos cómplices
del cuento macabro que creó Sebastián. Poco después de que me
enteré que dejó embarazada a una de las chicas con las que salía,
naturalmente volví a intentar divorciarme, erróneamente creí que
mis padres me apoyarían. Ahí fue cuando comenzó el verdadero
infierno.
Empieza
a llorar desconsoladamente, y sé que la historia, al menos por
ahora, ha terminado. La abrazo fuerte intentando trasmitir todo mi
amor hacia ella.
Le tomo la cara con las manos.
Le tomo la cara con las manos.
–Tranquila,
tranquila –le repito mientras la beso por todos lados, cómo
quisiera poder borrar esas cicatrices que tiene su alma. –Te
prometo que el infierno terminó, tu pasado puede haber sido
terrible, pero no
voy a permitir
que te vuelvan a hacer daño, no estás sola. No desde ahora ¿está
claro? –le digo en susurros.
Ella
asiente mientras las lágrimas siguen cayendo sobre sus mejillas.
En
parte agradezco poder tenerla así, en mis brazos, acunándola como a
una bebé. Un mes atrás pensé que algo así era imposible. Me juro
a mi misma que voy a hacer todo lo que esté en mi poder para que
ella sea feliz.
Continúo
acunándola, hasta que deja de llorar, le repito una y mil veces
todas las virtudes que tiene, y lo hermosa que es, le prometo y le
vuelvo a prometer que va a salir de eso, porque estamos juntas y
estamos potenciadas. Poco a poco los besos se van haciendo más
profundos, en cada uno hay un intento frustrado de eliminar todas las
emociones que tenemos dentro. La pasión va aflorando en cada una de
nosotras y nuevamente nos entregamos a las garras del amor.
Esta
vez es distinto, dulce, profundo, expresando en cada caricia el
secreto que nos une. Ahora no sólo somos dos almas que se unen en
una sola, ahora, además, somos cómplices.
Al
terminar ambas nos abrazamos desnudas y miramos el techo en silencio.
No hay mucho que decir. Me recuesto sobre su pecho y puedo sentir el
latir de su corazón. Ambas sabemos cómo cambiaron sutilmente los
acontecimientos, y me siento en paz. Poco a poco los temores se van
apagando, caigo en la cuenta de que si quiero estar al lado de Milah
(y lo quiero) depende de mi, de que pueda ayudarla.
La
miro a los ojos y le sonrío.
–Te
quiero –le digo. –Te quiero.
Ella
me sonríe, una sonrisa sincera, espontánea, como la de un niño que
acaba de abrir un regalo el día de su cumpleaños. Me abraza más
fuerte que antes y me besa la frente.
–Yo
más. – responde contra mi cabello.
Cierro
los ojos sonriendo, y así en la cama de una plaza, en la habitación
de huéspedes me dejo llevar por el sueño.
Ha
sido un día difícil.
*
* *
Me
levanto temprano, sobresaltada, Milah me tiene abrazada por todos
lados, con sus piernas y sus brazos. Miro por la ventana intentando
no ponerme triste ya que es nuestro último día de luna de miel,
hasta el próximo fin de semana.
En
parte lo agradezco, ella entró en mi vida como un huracán,
desordenó todos y cada uno de los aspectos de la misma y me va a
hacer bien poner las cosas en orden, hablar con mi hermana y Guada...
con mis padres, ponerme al día con el mundo.
Me
muevo lentamente, no quiero levantarla, por fin ayer se pudo relajar.
Pasamos
un día de película, sacando el hecho de que somos mujeres y de que
hollywood no está preparado para historias de lesbianas.
Nos
levantamos cerca del mediodía, Milah necesitaba descansar luego de
la confesión que me hizo en la noche. Almorzamos, fuimos al cine, al
parque, a andar en rollers, básicamente fuimos tachando uno a unos
los clichés hollywoodenses.
Hicimos
el amor tantas veces que me duele la entrepierna, tenemos un acuerdo
tácito de hacerlo tantas veces como lo haríamos si pudiéramos
vernos durante la semana. ¿Se entiende?
*
* *
Milah
se levanta, me sonríe de forma insegura, como pidiéndome disculpas
por el fin de semana que se acaba, pero a la vez asegurándome que no
quiere que eso pase.
La
beso tímidamente y me levanto rápido a lavarme los dientes. Sólo
disponemos de unas pocas horas, cerca de las 6 de la tarde debería
estar llegando su marido y quiero aprovecharlas al máximo.